Gabriel Pantoja

Crack Ilustraciones: Luis Silva 1no dije «caían naranjas del poema»dije sí «rodaba el número sobre la mesa floja como gotera»y si no dije»caían, etcétera» y sí dije «etcétera, gotera y mesa»¿es porque caí? 8subí abríleí la piedra el vidriosoñé había visto la luz de la esquina la chicaabrí los ojos las páginas de la sangreSigueSigue leyendo «Gabriel Pantoja»

Flora Francola

Artilugios para navegar en mares metafísicos Poesía / Instalación dejo migajas solo en el regreso(pequeñas partes de mí)para no perderme cuando quiera volverCarlos Quevedo. Recogimos nuestro cabello como campesinos arando la tierra seca, esperando que la lluvia cumpliera viejas promesas.Esta noche llueve tanto y mis pies son submarinos en la avenida.Nosotros que agradecemos al solSigueSigue leyendo «Flora Francola»

Marco Gorgoroso

El olor chamuscado de la piel sólo contempla el roce excesivo a que fue expuesto. La carne es un organismo de poder, revolotea sobre mí la idea de la posesión, de controlar el multicelular plasmático cuerpo. Abrir la boca e introducir un pedazo de carne, cerrar la boca y magullar rencores, solcitos mal pintados, comoSigueSigue leyendo «Marco Gorgoroso»

Carla Maliandi

La habitación alemana. Capítulo I Alguna vez aprendí el nombre de todas las cons­telaciones. Me las enseñó mi padre advirtiéndome que este cielo alemán le resultaba totalmente ajeno. Yo tenía una obsesión con el cielo, las estrellas y los aviones. Sabía que un avión nos había traído a Heidelberg y que un avión nos llevaríaSigueSigue leyendo «Carla Maliandi»

Gabriel Payares

Réquiem en Buenos Aires Hoy deambulé sin parar durante horas, con los ojos abiertos y sonámbulos, deteniéndome sólo cuando así lo dispuso el cansancio. El dolor de pies acusa la distancia recorrida: en cualquier sentido posible, me encuentro bastante lejos de casa, pero no me genera ningún tipo de angustia perderme. Ha sido así desdeSigueSigue leyendo «Gabriel Payares»

Valentina Vidal

 Rojo California Santiago toca el timbre una sola vez, de manera firme y correcta. Observo desde la ventana como espera sin inquietarse. Voy hacia la puerta con las llaves en la mano y estoy a punto de abrirle cuando un profundo arrepentimiento me sorprende. Recuerdo entonces, que el pacto había sido sellado por una tormentaSigueSigue leyendo «Valentina Vidal»

Paz Busquet

CRUDAS. Selección de poemas ¿CÓMO MUERE UN AGUILUCHO? El aguilucho impactaen el parabrisas y astilla el vidrio.El centro redondo del golpeocurre al costado de otro círculo más grande.Se abren rajaduras como rayos.Se dibuja esa historia en pedazosdiminutos de cristal.¿Cómo muere un aguilucho?¿Se apaga de a pocohasta el final rígido del cuerpoque ya no se mueve?¿SeSigueSigue leyendo «Paz Busquet»

Javier Roldán

Soy profesor de lengua y literatura soy profesor de lenguay literaturaen colegios del conurbano no tengo automóvily por eso mi vida se desplazade colectivo a tren de tren a colectivode espera en espera y hay días más diáfanos que otrosen que una clara lucidezme permite ver por ejemploen la parada del colectivoa ese neneque aupadoSigueSigue leyendo «Javier Roldán»

Bárbara Alí

Poemas Habría que empezara contar todo de nuevo:justo cuando queréshablar de una habitaciónen forma de pecerade tu boca haciendo fuerzapara abrirse, la mandíbulatrabada, los dientes apretadosel gesto de defensacondensado en los ojosaparecen las antenasde los edificios más altoscruzando el cielocomo un arañazo negro Es que siempre el cielofue un lugar de huídacuando la tierraempezaba aSigueSigue leyendo «Bárbara Alí»

Pablo Di Marco

Una oficina de correos, medio siglo atrás Acompáñeme, querido lector, quiero mostrarle algo. Por acá, sí. Corra el velo que tiene delante, así, muy bien. Pase, aquí lo tiene. ¿Quiere saber de qué trata todo esto? Sea paciente, permítame contarle. Como usted notará, estamos en una oficina de correos atiborrada de gente, como toda oficinaSigueSigue leyendo «Pablo Di Marco»

Martín Sancia Kawamichi

Shunga. Capítulo I La muerte de Oriko La habitación parecía iluminada por una hoja seca.Era septiembre.—Adiós —dijo Kotaro, y su voz le sonó a insectos atrapados, frotándose entre sí. Quiso repetir la frase pero se detuvo. Bajó el párpado derecho de Oriko, que cedió con facilidad, y dejó el izquierdo abierto, como si aún laSigueSigue leyendo «Martín Sancia Kawamichi»

Héctor Prahim

El pabellón de los animales domésticos Cuando la autodestrucción entra en el corazón,al principio parece apenas un grano de arena.John Cheever, Diarios. Sé que vamos a pelear, Daniela, por más que anoche lo hayamos hecho como hace mucho no lo hacemos, con el impulso antropofágico intacto y el último ardor de posguerra listo, en eseSigueSigue leyendo «Héctor Prahim»