Soy profesor de lengua y literatura
soy profesor de lengua
y literatura
en colegios del conurbano
no tengo automóvil
y por eso mi vida se desplaza
de colectivo a tren de tren a colectivo
de espera en espera
y hay días más diáfanos que otros
en que una clara lucidez
me permite ver
por ejemplo
en la parada del colectivo
a ese nene
que aupado por su mamá
la observa fascinado
le acaricia el pelo
la besa
ella le sonríe
mirándolo bien de cerca
se pone bizca
le da muchos besos
o veo por ejemplo
a esos dos pibes
con esa delgadez fibrosa
tan propia
de la rutina laboral
esos pibes
que esperan el tren
en Los Polvorines
y conversan con el idioma
de los sordomudos
ese idioma de señas
que hace que se miren
con mucha atención
se sonrían mutuamente
el nene
la mamá
los muchachos
prescinden
del lenguaje
hablado o escrito
de su sonido engañoso
de su sentido taimado
trabajo
de profesor de lengua
y literatura
en colegios del conurbano
y a veces me siento
traicionado por las palabras
Gravedad
Te llamo por teléfono
te pregunto cómo te fue en las vacaciones.
Te llamo para decirte:
«Houston, me copia?»
Me contás
que corriste por la costanera
mirando de a ratos el mar
que fuiste a dos fiestas aburridas
que viste una película en el cine del shopping.
Te pregunto:
«Houston, me copia?»
Me hablás
de la falta de oxígeno
del cordón de asteroides de chatarra
sofisticada y tecnológica
que rodea a nuestro planeta.
Y mientras te escucho
puedo vernos
suspendidos en el infinito
en nuestros blancos trajes espaciales.
Nos veo a ambos
con un fondo de millones de estrellas
intentando reparar
la nave espacial que nos llevó hasta allí
hasta el punto exacto en el que orbitamos.
Si bien es doloroso saber imposible
el retorno de ambos a la tierra
podemos detenernos y mirar
desde afuera
desde lejos
esa esfera que fue nuestro hogar
durante todos estos años.
»Qué es lo que más te gustó de estar acá conmigo?» te pregunto.
«El silencio» decís «vos me enseñaste a disfrutar del silencio»
Y cuando estoy por responderte
que tus ojos son la superficie
en la que he visto más galaxias reflejarse
la voz metálica de Houston resuena en mi escafandra:
«Recuerden que tienen un problema»
Entonces bajo la vista
y veo que el problema es esta cuerda
que aún nos mantiene unidos
de traje espacial a traje espacial
y que se resiste a ser cortada
más allá de cometas
más allá del agua congelada en los polos de la luna.
Te digo:
«Houston, me copia?»
Y mirando a miles de kilómetros de distancia
el ganges
la muralla china
el río de la plata
me decido y llevo mi mano al gancho
que une la cuerda a mi cuerpo
y lo abro
… tus pupilas se dilatan …
Porque quién quiere ser el primer astronauta
en perderse para siempre
solo
en el infinito del cosmos?
quién quiere quedarse
aunque sea
por unos minutos de años luz
sin interlocutor estelar?
Intento calmarte y explicarte el plan
que nos permitirá
un aterrizaje feliz y definitivo.
Pero se produce un silencio de radio
y pasados unos segundos
escucho tu voz en el teléfono
diciéndome
que estás resolviendo un problema laboral
que no podés seguir hablando
que más tarde me llamás
más a la noche
y cortás.
Me decís:
«Houston, cambio y fuera»
Y así quedo
de este lado de la línea telefónica
todavía enganchado
por esta cuerda plateada y resistente
a la que el reflejo de la aurora boreal
vuelve engañosamente tornasolada.
***

Javier Roldán. Nació en el Oeste del Gran Buenos Aires, en Merlo Gómez. Trabaja como docente en colegios secundarios del conurbano. Concurre al taller del maestro Osvaldo Bossi. Lee, mira películas y series, escucha radio AM todas las mañanas como lo hacía su abuela Chicha. Hace un tiempo está de novio con un indio guaraní que omonda akue hi py´a.
Publicó el poemario La extraña dama (Alto pogo, 2015)
Revista Muu+ Diciembre 2017