Mary Eliana García, por Eloy Jáuregui

Hay mil formas de atrapar el encanto

Empezaré por el final, casi en el círculo perfecto que encierra la lectura de este libro, el poema “Saltos”: Brinqué al viento /por una ruta felina /y embarré  mis orillas /con pesar ajeno. /Devuelvo el dolor, /Recupero el ritmo /y me acomodo. /Amo tanto mis días, /Amo tanto mis vidas, /que todo el estiércol del /mar, ahora tiene sentido. /Un beso al medio día, /un abrazo constante, /un suave temblor por las tardes, /es hora de empezar. Poesía de enjundia y de esperanza. Figuras que construyen una plataforma para sucesivos saltos, fin de un breve ciclo e inicio del otro. Esa es la tónica –si es que hay una de las varias—en este delicado pero fervorosa unión de est canto magníficamente lograda por la poeta, en este su “Sobresaltos”.

Ya en su libro anterior, “Extenso”, (editorial Calcomanía, 2011), Mary Eliana García Calderón demostró un gran manejo en los diversos lampos producido por una lírica finísima, tejido harto difícil en una (a)puesta de opera prima. Su estilo grácil, aquella vez era férreo en su arte poética. Versos libres y breves, que sorprendían por su acierto complejo, por su aserto comedido, por su acerca de su yo rotundo.

Con “Sobresaltos” su economía verbal es su privilegio. Son 18 poemas divididos en tres partes y con epígrafes. En todos ellos uno encuentra un solo aliento, una sola inspiración. Es esa voz que va saliendo melodiosamente de su propia corporalidad y forja una trayectoria que va a volver a encontrar las nodos de una visión tras otras que se han ido colocando de la imagen mayor, la primera: “Hay mil formas de atrapar el espanto,/ rozando lo absurdo del abismo”. Así la metáfora espanto/abismo nos inicia en un viaje que aparente es el vacío y en ello están las categorías simbólicas que componen el sentido orgánico del libro que puede leerse como un todo.

La línea amorosa corre en todos los textos. A veces como un cauce caudaloso y otras apenas como un resoplido de lo imposible acabado. Pero está ahí, denunciado y enunciado. En momentos como. “Somos el absurdo /de nuestra propia naturaleza, /somos el producto de nuestro /propio amor”. Es decir, la dictadura de la ternura que se refuerza entre el reproche y la esperanza. Mary Eliana García Calderón, así, en esta nueva entrega, no advierte que de estas ondulaciones agrestes está hecha su existencia. Hay queja y súplica y luego más caricias. Hay contexto, del doméstico y en el espejo, la pasión más extrema. Siempre, no obstantes, la escritura prima con aquellas exactas palabras de la limpieza reflexiva y el contundente remate del asombro.

Son sus otros textos donde se halla lo fútil que significa el tiempo para entender otros estados misteriosos existenciales que promueve un punto de arranque hacia el recorrido de sí mismo. Ese tiempo enamorado –casi siempre no dicho—que nos lleva al acto de abandonarse y que se entiende como un posible recuperarse luego de haber iniciado la aventura de la transformación y de la búsqueda y así, insistir en el siguiente verso donde la poeta se trasmuta o adquiere su naturaleza doble. De otra manera cómo entender lo que la poeta acierta al decir en el poema “Las ajaduras que poseen”.  Poemas que es el que más me subyuga. “No suelo ser tan mortal como mis años, /pero desaparezco en la locura del silencio. / Perdida en el anonimato, /me carcome el afán /que se quiebra / en la suavidad de tu huida».

El libro “sobresaltos” es un corpus cincelado en un tiempo que solo existe en el aire, en la esperanza, en el balance y la contemplación. Su lectura nos devuelve ese numen poderoso de la buena poesía. Versos que se nos queda en el corazón porque suponen vienen de un ser impregnado de asombros y al mismo tiempo, como un felino, devuelto al combate en una imagen que nos retrotrae a la poeta Pizarnik, de quien nuestra poeta toma un epígrafe. Finalmente, confieso que fue un gusto apasionante leer a Mary Eliana a quien conozco de sus batalles por la justicia social, y que hoy me refuerza con su sello de guerrera de todas las batallas donde el amor es vencido por su afable pero rotunda poesía.

Soy el poema

Soy el poema
Que vence la muerte.

Mis líneas se escriben,
en un mundo
que compromete su tiranía.

MIS VERSOS
SUFREN LIBERTAD
Y se refugian en tus afectos.

Defienden la voz oculta,
Que se enfrenta
en cada horda de lucha,
en cada mundo que crea.

Soy el poema
Que indigna.
Paseo mis versos
entre roces y llantos
y te confronta
con asombro.

Arden mis palabras
en devota ceguera,
arden mis lamentos
en completa libertad.


Revista Muu+
Abril 2014

¿Qué te pareció? Tu opinión es importante.

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s

A %d blogueros les gusta esto: