Por: Adriana Morán Sarmiento
-En una charla que tuvimos en junio de 2013, te preguntaba ¿Qué es la nacionalidad?, y vos respondiste: La patria chica. Hoy te pregunto: ¿qué es la patria?
-Hoy pienso en matria: la matria chica. Y lo interesante de esto que sospecho es que no solo se refiere a un espacio construido con una estructura íntima y particular, donde comulgan diferentes mitologías personales, sino más bien a una red sensible de identidades solidarias.
En esta red sensible de identidades, en la que Nicolás Correa vive, escribe, edita; creó el personaje Heroína, “un trans atravesado por la fe, la cárcel y la guerra”. Un reflejo de las inquietudes literarias que arrastra Nicolás desde hace algunos años: encontrar la voz del personaje, esa voz auténtica que lo hace perpetuo. En «Heroína: La Guerra Gaucha», una novela publicada por Kintsugi Editora, una sobreviviente de la guerra de Las Malvinas confiesa -recuerda, escupe- las miserias de vivir bajo el yugo de “la patria”.
-Dice Heroína: «Siempre dije que yo por la patria, puse hasta el culo.» ¿Qué es poner el culo por la patria?
-A ver si puedo arriesgar una respuesta, porque es bien difícil explicar el personaje. En este sentido, Heroína hace referencia a poner el cuerpo, puntualmente, en la guerra. Y acá hace referencia al comercio con el cuerpo, aunque no hay comercio en Heroína, porque no hay elección. De alguna manera, en esa imposibilidad de elección, el personaje encuentra la ironía para abordar una problemática doble, y mayor.
-¿Cómo fue el proceso para darle voz a Heroína? Una voz cada vez más fuerte, en un tiempo donde las voces que militan por la diversidad también se han fortificado.
-Heroína me costó mucho. Tan así que fue un texto que para ser cuento es largo y para ser novela es corto, pero siempre abordado por la misma problemática: como encontrar la forma para narrar la voz de Heroína. Ese es mi mayor interrogante a la hora de construir relato: ¿cuál es la forma de lo narrado? Desde Íncubo estoy tratando de descubrir las formas, mucho más que los contenidos.
-¿Y cómo te ha ido con ese proceso de descubrimiento?
-Estoy más cómodo en cuanto experiencia estética porque cada material me exige una forma propia. Esto le imprime una dinámica impensada a la hora de ensayar la escritura.
–¿A quién le habla Heroína?
-Nunca logré descubrir a quién le habla.
-¿Se te hace más fácil contar una historia de amor, en esta etapa de tu vida?
-Supongo que la historia de amor, en este caso, es una historia de amor imposible. Por eso es productiva. Eso la volvía interesante como marco para el relato.
-Otra frase que rescato de la lectura es: «Hay tiempo para contar el dolor, eso me lo digo siempre que me miro al espejo». ¿Hay un tiempo en la literatura para contar el dolor? ¿el terror? ¿la ficción? ¿el amor? ¿la política? en definitiva… ¿hay un tiempo justo para contar una historia?
-Intuyo que, si hay un tiempo para contar el dolor, es un tiempo particular y personal y eso no puede estar teñido por una cuestión de época. En tanto experiencia estética, si se encuentra la forma, todo puede ser narrado, pero esa forma corresponde a un tipo de experiencia. Ahora, si lo que hablamos es de «clima de época» o «coyuntura» o «horizonte de lecturas», son cuestiones en las que no me interesa pensar.
-¿Entonces, en qué pensás para encontrar «la forma»? ¿cuáles son esas experiencias que sí te interesan?
-En este caso particular, pensé en la voz del personaje. El texto lo reescribí por completo dos veces, en la tercera reescritura encontré algo cercano a la forma definitiva, con mayor o menor fortuna, claro. Para llegar a eso me apoyé en mis lecturas madres: las escenas nucleares y la recursividad de Duras, la voz que construye Sara Gallardo en Eisejuaz, el tono de Puig, los saltos temporales de Faulkner, los diálogos y la elipsis de Hemingway.
-Parece que con esta novela te desprendés de ese personaje que viene haciendo de las suyas desde hace varios años y que dio pie a la Trilogía de la antigua serpiente. ¿La liberás definitivamente?
-¡Qué pregunta atinada! Vos sos testigo de esta forma que se fue descubriendo desde el 2011. Me cuesta soltar el texto y pensar que es algo definitivo. Me cuesta no volver a ella cada vez.
-¿Pero la liberás o tendremos más de Heroína?
-Es imposible que responda a esto, solo puedo decir que uno siempre está volviendo sobre lo mismo, solo encuentra distintos modos de escribirlo.
-¿Cuáles son los verdaderos demonios de Heroína?
-Un animal demasiado solitario se come así mismo, dice Sara Gallardo en Eisejuaz, y supongo que algo de eso hay en Heroína.
-¿Y los tuyos?
-Tengo tantos demonios que no los puedo contar.

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Foto de Nicolás Correa: Mailen Albamonte Pizarro
Revista Muu+
Octubre 2018