Cinco textos inéditos
I
Me comieron la lengua los ratones, me entramparon en el pecho su silencio
me limaron las vocales, se llevaron mis lamentos, se enfundaron las memorias
orinaron los legajos, borronearon los versitos
merendaron sobre cartas, sobres, aspavientos, se cagaron en la caja de pañuelos
carcomieron los olvidos, devoraron la tristeza y satisfechos
se fugaron por los caños, se mudaron
emigraron, copularon y se fueron
han dejado el fuerte hedor del abandono, ya no queda nada tierno que roer
soy letra muerta.
II
Es la edad
Antes escribía frases con aguijones
los poemas tenían un cerrojo agudo
los rumores de la savia de la noche
destilaban por los poros de los días
las palabras se escondían en almenas, etc
Perdí el candor
Los sueños tienen poco aceite, su flama es débil
Vivir así tiene su encanto
observo los detalles de la trama
apenas vislumbro los señuelos.
III
La moneda de 10 centavos incrustada en el asfalto, los otros objetos encajados en las baldosas de cemento, la llave en Anchorena, el arito de metal en Ecuador, clavos, tornillos, fragmentos de vidrio, cuatro cuadras más adelante varias chapas de cerveza, huellas de pisadas de perros y de personas, el gesto agrio de la vendedora de la tienda, las cortezas de los árboles sin nombre, arriba, la vetusta arquitectura abigarrada de los edificios, la imagen que creo tener ante los transeúntes – tan inadecuada me siento, hay rabillos en los ojos, ya hace frío, aprieto los puños dentro de los bolsillos, sería ideal un texto desplegado como una alfombra a mi paso, las palabras cayendo desde el cielo como hojas, susurrándome al oído los significados, un cuaderno autónomo llenándose de frases sin aristas, todo trastabilla y sigue siendo ajeno a la mirada -cada día, temo hacerme añicos, mejor esta mudez, esta mirada al ras, un buen abrigo.
IV
Armas y desarmas, vuelta a hacer, la vacías para intentar otro orden donde quepa algo más, donde dejes por fuera otro cosa, renuncias a poseer algo, lo pones a un lado quizás para después, sabiendo o presintiendo su espacio en la memoria de las posibilidades, esto vendrá, esto no cabe, esto debería llevarlo, esto otro no, haces la maleta, la pesas y sopesas en el reino del porvenir, tu último gesto de control antes del viaje, saber qué llevas contigo. Y el descontrol ya va abriéndose paso entre las cosas abandonadas, perderás, recuperarás, olvidarás, lamentarás, decides y cierras los ojos, los abres hacia adelante.
V
En la ventana de abajo una voz ronca y aniñada le grita en monocorde furia a quien, sospecho, cabizbaja y con resignación, apenas tiñe las pausas con un opacado hilo de silencio ante la boca que entona cada tarde sos una boluda, sos una puta, sabés que eso me molesta, boluda, lo sabés, y pasa la tardecita del verano con las ventanas de par en par, y nada que da brisa, sos una boluda, y el ligero viento de pronto agarra cuerpo y bate los cristales pero poco refresca, mientras, detrás de las otras ventanas, otros hablan bajito y viven hacia adentro sus pequeños dramas con más discreción. Allá abajo vocifera su lugar común de abusos aquel garabato de hombre, sos una puta y demás. Que nadie hable tras los otros vidrios o bajen con sigilo sus persianas tampoco es garantía de alguna felicidad, lo sé.

Eleonora Requena es poeta venezolana (Caracas, 1968). Ha publicado los poemarios Sed (Eclepsidra, 1998), mandados (La Liebre Libre, 2000), Es de día (El Pez Soluble, 2004), La Noche y sus agüeros (El Pez Soluble, 2007), Ética del aire (bid & co. editor, 2008) y Nido de tordo (Kalathos editores, 2015). Su trabajo aparece reseñado en diversas antologías y estudios críticos dentro y fuera de su país. Con mandados obtuvo el Premio de la V Bienal Latinoamericana de Poesía José Rafael Pocaterra (2000), mientras que con La Noche y sus agüeros obtuvo el Premio Italia 2007 para la Poesía en el certamen “Mediterráneo y Caribe”, auspiciado por el Instituto Italiano de Cultura de Venezuela y el Centro de Poesía Contemporánea de la Universidad de Boloña. Actualmente reside en Buenos Aires.
Revista Muu+
Agosto 2018