Para escribir: corazón y cerebro
El poeta peruano Domingo de Ramos piensa que la poesía, como arte, desnuda el sentir por el uso directo y sin filtro de la palabra y que podría ser capaz de curar heridas profundas al exteriorizar la tristeza. Habla con firmeza respecto a que la técnica no hace al escritor.
No cree en Dios, pero conoce de él como si postulara a ser Papa. Habla como si todo fuese sencillo, como si la vida y los dolores no costaran tanto esfuerzo como se piensa. Reconoce intensamente en sus amigos ese apoyo que le dieron cuando no tenía una editorial en la cual publicar y los reconocimientos le eran esquivos. Cuenta sus anécdotas más preciadas como si las estuviera volviendo a vivir.
Con esa gracia contó la historia de la vez que conoció con sus amigos la tumba de César Vallejo, en Francia, una anciana los persiguió hasta la salida por pretender brindar con él y tomar las flores del mausoleo del difunto de la señora para ponérselas al poeta Vallejo.

En una tarde de larga charla, Domingo de Ramos respondió sin prisas.
¿Sientes que escribir te cura?
Me curo profundamente y siento que en algo curo al que lee, al que no tiene voz, al que no escribe, al que se identifica con lo que puedo describir como mi propio proceso. Pero yo no soy una isla soy un ser humano, no un extraterrestre, tengo los sentimientos de cualquiera, pues los sentimientos de alguien muy sofisticado o de alguien muy sencillo son más o menos los mismos. Quizás no curo, quizás degenero, pero antes y después existe alguna diferencia.
¿Cómo reacciona el que te lee?
No creo que leerme sea tan duro como para que alguien se suicide, pero creo que la congoja es normal. Lo que deseo cuando escribo es llegar a conmover a alguien o aunque sea una reflexión, pero tiene que percibir algo el lector, porque el artista para ser tal tiene que golpear, eso es arte, si no lo logra es cualquier cosa menos arte.
¿En cualquier persona hay un poeta?
Sí, potencialmente todos somos poetas.
¿Qué podría desencadenar a ese potencial poeta?
El sistema, el mundo que habitamos hace que el ser humano se cosifique, que deje su lado humano y se convierta en una cosa, en un ladrillo más. Quizás es hartarse, el hacerse artista es la rebelión de eso, es el espíritu que se revela.
¿La poesía es un arte más democrático que otros?
Lamentablemente no, pues para las personas que se dedican a él significa un sacrificio, no tanto por las personas que no tienen medios, pero es que el artista tiene que sacrificar en algunos casos hasta su familia, pues su energía debe canalizarla hacia la creación. Mantener una familia significa más de la mitad de su energía y es igual en cualquier arte, la poesía también requiere mucho sacrificio.
¿Se puede escribir en felicidad?
No, definitivamente.
¿Sientes que en alguna medida se fue tu dolor después de escribir?
Sí y no, porque lo escrito nace de uno y de lo que lo rodea. Lo que escribo es un coctel de lo que he sentido en ese momento de dolor y la realidad, entonces el dolor se exterioriza y hay diferencia, pero también está la realidad, que es infinita y ella no cambia.
¿Qué es lo más difícil de hacer poesía?
Lo que he vivido como poeta es que, al menos en el país, no incentivan el arte como se debiera. Se habla de un crecimiento económico, pero no se ve que vaya de la mano con el desarrollo y apoyo a la cultura. En otros países tienen más incorporada la necesidad de que a la par que crece la economía del país, se tiene que ver reflejado en su desarrollo de las artes. Esto siempre resultará negativo para un espíritu que le guste cultivar la belleza.
Entonces ¿Crees que no existe desarrollo si no hay un real respeto por la cultura?
Totalmente, y lo peor es que sucede, pues yo puedo ir por el mundo mostrando lo que hago, quizás representando a mi país, pero lo hago yo, de manera individual y el Estado no apoya eso. Quisiera que la sociedad entienda que un pueblo que se respeta, siempre pondrá el desarrollo cultural por delante. Es un pueblo que se condena a quedarse como productores de lo mismo, de lo que ya existe.
¿Y qué es lo más reconfortante de hacer poesía?
La satisfacción de escribir para un alguien que no sabes cómo va a reaccionar, que quizás se sienta tocado por tus palabras. Es como si cuando escribo arrojara una botella al mar, y que al recogerla una persona y leer lo escrito se fuera a sentir diferente. Pensar eso creo que me hace sentir bien.
Te hemos visto transitar por distintas temáticas ¿Qué tipo de poesía es la que más te llena?
No podría delimitar eso. El poeta es sensible a todo, percibe todo, y todo lo involucra en su escritura, uno no escoge, el tema o el contenido sale sin que uno lo prevea. Es un proceso tan diferente a la elección que el mismo poeta puede terminar asombrado de lo que ha escrito.
Tenemos en Latinoamérica escritores tan correctos en su escritura y reconocidos por ello… ¿la técnica hace al poeta?
No, la técnica no es el principio del creador, el creador nace de sí, si no eres creador la técnica no te va a servir para nada. Tiene que ir de la mano pues debes tener la facultad de crear y conocer la técnica, que es importante si deseas que tu escritura se desarrolle, evolucione. Ambas cosas tienen que existir para escribir: corazón y cerebro.
¿Existe alguna diferencia fundamental entre un escritor que hace prosa y el que hace poesía?
Ninguna esencial creo yo, son sólo géneros y ambos escriben.
¿Por qué poesía entonces?
Porque la poesía es el verbo. El verbo existe para señalar las cosas como son, y la poesía es eso, son las cosas dichas tal como son y se sienten. Hasta los cristianos lo dicen, el verbo fue lo primero que creó Dios para ese mismo fin.

Revista Muu+ Junio 2017