Si tuviera que escribir mi biografía comenzaría contando que cuando tenía 9 o 10 años y mi abuela me castigaba, me iba a la pieza donde estaba el tocadiscos viejo y los discos de mi abuelo. A todo volumen, ponía en el equipo de sonido un casete de Nino Bravo. Frente al aparato, dando la espalda a ojos imprudentes cantaba «Libre» a todo pulmón. Cantaba y lloraba de ira e impotencia. Presagio de la mujer que sería 20 años después. Y 20 años pasaron pensando que “soy libre como el mar”.
En una biografía debería contar que hasta los 11 años dormí con mi abuela en su cama.
Que me he mudado 18 veces. Ocho en Maracaibo y 10 en Buenos Aires. Que a los 13 años me enamoré por primera vez. A los 18 pensaba que iba a casarme, pero fue a los 48 que me casé sin pensarlo dos veces. A los 26 me mudé sola y comencé a pagar alquiler. A los 27 gané mi primer premio de periodismo. A los 36 ya había estudiado una carrera, dos maestrías y un doctorado. A los 42 tuve un hijo.
Escribiría sobre las playas, la Península de Paraguaná, sus costas vírgenes en el Cabo de San Román. Sobre los viajes, de cuando una se hizo caca en la carpa, de cuando a otro lo rozó una aguamala y le dolió mucho y se orinó encima. Las playas de noche. Escribiría sobre noches que parecen eternas con gente que parece eterna, sobre los amores eternos. Los amores que no desaparecen: el cine, la música, los libros.
También debería escribir en esa biografía mi lista de despedidas.
Hay un poema de Amy Lowell que habla de la belleza de las despedidas, y como cada una, es un nuevo comienzo. Dice:
La vida es un río
al que arrojamos
pétalo a pétalo la flor de nuestro corazón;
el final oculto de un sueño,
flotan alejándose de nosotros,
y solo vemos su alegre, temprano comienzo.
Si tuviera que escribir mi biografía cantaría “Libre” a todo volumen y comenzaría contando sobre noches como ésta.
Adriana Morán Sarmiento
*
Si tuviera que escribir mi biografía comenzaría contando que cuando tenía 2 o 3 años y mi abuela me cantaba, yo me sumía en un sueño del que aún no he despertado. Con un falsete dulce y arrullador, ella entonaba versos de Gardel. Frente al caer de la tarde, echado en su falda yo la oía cantar «Volver» como si su voz viniera de lejos. Presagio del país al que me mudaría veintipico de años después. Y veintipico de años pasaron y yo sigo dormido en su falda.
En una biografía debería contar que hasta los 11 años dormí en una litera que compartía con mi hermano.
Que me he mudado trece veces. Dos en Maracaibo y once en Buenos Aires. Que a los 12 años me enamoré por primera vez. A los 23 pensaba que podría casarme, pero fue a los 33 que me casé sin juez y sin cura: la ceremonia la ofició el valle de Taxco, una ciudad colonial de artesanos plateros de México. A los 28 me mudé solo y comencé a pagar alquiler. A los 39 gané mi primera mención de honor como poeta. A los 27 ya había estudiado una carrera y una maestría inconclusa. También a los 33 tuve un perrhijo.
Escribiría sobre las playas, la Costa Oriental del Lago, los pescadores que bucean en la mierda y el petróleo en busca de alimento (y del pez luminoso de la poesía). Sobre las caminatas por la ciudad, de cuando quisimos tomar una casa abandonada, de cuando caminamos bajo la lluvia ligeramente borrachos la noche de verano en que nos conocimos. La ciudad de noche. Escribiría sobre noches que parecen eternas con gente que parece eterna, sobre los amores eternos. Los amores que no desaparecen: el cine, la música, los libros.
También debería escribir en esa biografía que una vez que deambulada solo por Avenida Corrientes, ahogado por el humo del palo santo y mareado por las luces suspendidas de una noche blanca y artificial, me arrojé a una de las librerías y del mesón de ofertas tomé un libro al azar. Abrí una página cualquiera. Leí estos versos de Sophia de Mello Breyner Andresen que adopté como blasón secreto:
Yo quiero caminar como quien duerme
Entre países sin nombre que fluctúan
Si tuviera que escribir mi biografía dejaría a mi abuela cantar y yo seguiría durmiendo.
Ricardo Añez Montiel
**
Leído por los autores en «Cruzados», en la librería Te llamaré Viernes, Buenos Aires, noviembre 2023.
Escuchar la playlist de «Cruzados» 👉🏻 PLAY

