Mank: el gran tributo de Fincher

Radamés Larrazábal.

Quizá uno de los filmes más intimistas de David Fincher hasta hoy. La carta que el director juega en Mank es posiblemente el bien añejado guión (en coautoría con su padre), cuyo piloto es nada menos que el mérito que un artista persigue en todo trabajo.

La decisión del director de tomar como escenario la creación de Citizen Kane, una de las mayores películas de todos los tiempos, no se limitó a poner en escena al propio Orson Wells (quien vale decir que apenas interviene en el filme), sino que llegó hasta representar el ideario de quienes trabajaban y vivieron del cine y para el cine.

Fincher se atreve a matizar con distancia en blanco y negro, sonido mono y transiciones fade in / out bien pausadas, pero estos son apenas algunos de los grandes detalles de esta pieza de colección, pues Mank juega al escondido con eventos reales de una meca del cine en cimentación, con diversión y astucia, manteniendo en vilo al espectador hasta el último momento.

La situación política altisonante, la amenaza comunista, la economía pre guerra y la escalada del cine en el escenario político internacional son algunos de los temas álgidos con los que juega Mank, y no obstante no restan protagonismo al verdadero objeto del guion: Herman Mankiewicz “Mank”, guionista de Citizen Kane, interpretado aquí por el gran Gary Oldman.

El talentoso Mank será los ojos y las manos del espectador en este tributo a la vieja usanza que sigue y vive, en carne propia, las glorias y desazones de la industria más prolífica del siglo XX. Un buen recorrido por las entrañas de la bestia que más pan ha dado al mundo moderno del entretenimiento.

Una escena digna de recordación hasta siempre es la discusión entre el famoso magnate de los medios William Hearst y Mank en medio de una cena, en la que Mank, completamente ebrio, desviste con un discurso impecable la realidad fuera de los estudios de Hollywood.

La escena es brutal tanto por el guión como por la actuación, al punto de dejar fuera del radar lo que podría haber sido la polémica central del filme, la querella sobre el mismísimo guión de Citizen Kane, que Welles sostuvo categóricamente haber coescrito con Herman Mankiewicz. Este podría ser el segundo bombardero de Mank en la conquista por la estatuilla a mejor película en 2021.

Pese a llevar tanto, y en medio de tanto, este portaaviones que es Mank se desplaza sigilosamente en una cama de enfermedad y en la conversación interminable del protagonista y su amanuense. Crítica e intimista, pragmática y brutal. Mank abarca mucho, aspira a más y tiene con qué.

Radamés Larrazábal. Comunicador social. Profesor universitario.
@catedralivre – conustedes@gmail.com

Revista Muu+ Abril 2021

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