Valentina Vidal

Cuatro horas

Tu cabeza me calienta tanto, que te como la boca para estar más cerca, dijo y me fui a trabajar.

Y después.

Ver al jefe delante y pensar: estuve toda la noche con Lautaro y tengo dos botellas de vino encima. Dije barbaridades, pienso, y lo miro al jefe. Y si escarbo un poco más en medio de esta resaca, también las hice, jefe. Pero me tomo el café que tengo agarrado como el último bastión de la humanidad, sacudo la cabeza y lo vuelvo a mirar, inalterable. Y él me habla del presupuesto. De las proyecciones, de la mina que está embarazada y que abusa de las licencias médicas. Está fresco como una lechuga el hijo de puta. Toma mate y me ofrece, no, gracias, le digo, ¿no? me dice, no, le confirmo, ¿segura?, insiste, sí, le respondo,  vamos, vamos, con ovarios, me digo, si tomo ese mate se me da vuelta el estómago. Me pongo en clima y agarro la lapicera para concentrarme en los números. Me tiembla la mano. Miro el Excel. Miro al jefe. Tengo la camisa hecha un acordeón. Bien que se me puede haber arrugado en el colectivo, viste como se viaja. La verdad es que no entendía nada cuando me desperté en el telo con Lautaro y toda la ropa en el piso. No llegamos con el presupuesto, le digo y la realidad es que no lo puedo resolver ahora y mucho menos ayer, cuando estaba por cerrar los números y Lautaro me mandó el mensaje para vernos, sí, le dije a Lautaro, sí, le dije a mi jefe que se subía a una proyección que está muy por fuera de las posibilidades de la empresa, vos decís, le dije a Lautaro, cuando pidió el segundo vino y me dijo sí, él, sí, mi jefe, con el presupuesto y de pronto me vinieron ganas de que Lautaro me coma otra vez la boca, porque todavía tengo el gusto de su tabaco, pero pongo cara de entenderlo todo y sé muy bien que voy a tener que lidiar con un exceso de gastos si no le pongo un freno al jefe, que descansa en mi noche de ayer para patinarse toda la plata, como se nos patinó la lengua con Lautaro y ahora hay que lidiar con todo lo dicho y con todo lo excedido. Al jefe le suena el teléfono. Atiende. La cabeza me da vueltas. Si pasaron apenas cuatro horas desde que me fui del telo, como no me va a dar vueltas la cabeza. Cuatro horas pueden parecer poco, pero en cuatro horas se puede viajar desde Buenos Aires a Trelew, a Santiago de Chile o a Lima. También se puede renunciar a un trabajo o que una sudestada se lleve puesta la ciudad.  Pero en estas cuatro horas, en estas específicas cuatro,  no hubo un solo mensaje de Lautaro. El jefe corta. No podemos pedir otro préstamo, le digo y me dice porqué, porque tenemos todas las calificaciones vencidas, le digo y me dice, actualizalas, como si se pudiera actualizar tan fácil todo, la noche de ayer y repetirla en un loop continuo que dure toda la vida, para repasar, para entender, para poder corregir y no soltar la lengua como la soltamos y que no haya nada de qué arrepentirse, pero lo dicho hecho está y ahora hay que mirar el balance, generar la reunión con el directorio y que no me escribas nunca más, porque no estabas en mis cálculos ni yo en los tuyos, ni tampoco el bendito presupuesto que aunque lo presentemos a todos los directivos de la empresa, no cierra por ninguna parte y qué tampoco me cierra a mí, que no hayamos usado esas cuatro horas para irnos a Trelew, Santiago o Lima  y hayamos dicho que lo mejor que podemos hacer es no vernos más.

***

Valentina Vidal es escritora y música. Nació en Buenos Aires en 1970. Como escritora, publicó su primer libro de cuentos titulado “Fondo Blanco” por Llanto de Mudo ediciones (2013). Participó en el tomo #11 de la antología de Pelos de Punta (2016), en “21 experimentos” antología de relatos ilustrados por Aleta Vidal por Llanto de Mudo ediciones (2014)  y en “Martes 7” antología de cuentos por Ediciones del Dock (2015). Varios de sus relatos fueron publicados en diferentes revistas literarias, recibiendo una mención de honor en el concurso Floreal Gorini 2015 por “Rojo California” (Centro Cultural de la Cooperación) que salió publicado en la antología “El cuento, una pasión argentina 25 años”. Coordinó y realizó talleres de lectura y escritura. En la actualidad colabora como reseñadora en Solo Tempestad y se encuentra escribiendo lo que será su primera novela.  Como música, tocó el bajo en varias bandas y editó tres discos.

Revista Muu+ Septiembre 2016

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