Manantial
Hace varios años empecé a hacer tomas del agua, no sabía muy bien por qué, pero había algo que me llevaba a hacerlo.
Tratando de entender qué había detrás de esa fascinación me vinieron los recuerdos de cuando era chica, pasando largas horas jugando en el agua. Como si fuera hoy, recuerdo de estar acostada en mi cama, de noche, sin poder conciliar el sueño por los nervios que tenía… la emoción era muy fuerte, al día siguiente se abría la temporada de pileta del club!… claramente, asocio al agua a las vacaciones y a disfrutar jugando.

Las primeras tomas que hice fueron desde “afuera del agua”, hasta que de a poco logré tener los medios necesarios para poder “zambullirme”.
Zambullida es la primera obra que combinó la mirada “desde afuera”, que me invita a lanzarme a jugar y disfrutar, con la mirada “desde adentro”, que me sumerge en el placer de dejarme llevar por el ritmo y cadencia del agua. Es un relato secuencial que me lleva por las emociones que me suceden desde que me acerco al agua, y me voy animando de a poco, hasta que me zambullo, dejándome llevar por las emociones propias de permitirme fluir en el agua y por la resonancia que me queda cuando salgo otra vez a la superficie, y vuelvo a ver “desde afuera”, pero ahora con una mirada indiferenciada entre el agua y el cielo.

Tener los medios para poder zambullirme, no fue sólo resolver cómo sumergir la cámara, en simultáneo empecé a aprender a nadar… a pesar que siempre había disfrutado jugar en el agua, nunca había tenido la oportunidad de estar con alguien que me enseñara a nadar, me di cuenta que era algo pendiente y empecé a tomar clases. El nadar para mi es el mejor momento para conectarme con el presente… un presente con un ritmo más lento… el ritmo del agua… con un transcurrir que hace fluir – el sonido del agua – con el roce por mi cuerpo – amalgamado con mi respiración… emoción y tiempo que fluyen sin sobresaltos… que me invitan a dejarme llevar.
A este vivir diferente del agua, le sumé la posibilidad técnica de sumergir mi cámara reflex digital, usando un estanco que me permite registrar escenas subacuáticas. Con esta posibilidad, incorporo la cámara a esos momentos de juego con mis afectos y también logro conectarme con mis anhelos más profundos. De esta etapa surge la obra Entrañas, que es parte de una serie que se adentra en una recreación del microcosmos uterino. Estas obras se han integrado en una muestra llamada Manantial.

Agua como fuente de vida – maternal y femenina al decir de Bachelard en “El Agua y Los Sueños”– pues ya desde Homero nos llegan las primeras referencias mitológicas que relatan poéticamente la presencia del principio húmedo en el origen del cosmos bajo el nombre de Océano y Tetis.
Sin embargo, las fotografías que presenta Cris Martínez no son grandes extensiones inasibles de mar – como en las imágenes de Sugimoto – sino el agua contenida y que contiene a los cuerpos inmersos, generando una suerte de microcosmos uterino que fluye y confluye. Y es en este lugar, además, en donde se engarzan sus dibujos, celulares y oníricos, al relato que nos propone.
Roberto Padilla

Revista Muu+ Febrero 2011